jueves, 18 de septiembre de 2008

El Guerrilero


El Guerrillero
El Bufo cargaba ya tres años echado al monte cuando enfiló frente al rifle, la silueta confiada del granadero gabacho.
El Bufo calculó la distancia y la trayectoria descendente de la bala.
Templó nervio, cerró el ojo y fue lentamente incrementando la presión del dedo sobre el gatillo.
Y entonces recordó.
- ¡Non, si vouz plait!.
Eso fue lo que gritó el primero al que rebanó con la navaja.
No supo entenderlo
¡Como iba a hacerlo si apenas sabía escribir las cuatro letras que leían su mote!.
Lo haría luego, cuando los oficiales le enseñaron que se tenían mejores cartas en la partida, si se conocía la jerga del contrario.
Así sabría si ordenaban carga, retroceso, sálvese quien pueda o degüello.
- ¡No, por favor!.
En aquel entonces, el nunca hubiera suplicado.
Solo los sin Dios lo hacían.
Los que piensan que no hay más que aquí y ahora.
El luchaba por la verdadera religión, esa que ondeaba en la bandera borbona, reclamando venganza por cada iglesia que los de Napoleón profanaban.
Si, eso creía, sin tembleques ni dudas….hará cosa de tres años.
Tres inviernos bajo la ventisca, tres veranos con el pañuelo al cuello para no alimentarse del polvo de las cabalgadas.
Hambres, toses, pestes y calamidades.
De día parapetado en las barranqueras, de noche avanzando sintiéndose lobo, agazapado tras la retaguardia enemiga, esperando morder, segar y volver a huir en pos de una nueva presa.
Tres años sin conocer la suerte de sus padres y de su moza, esa que el día de antes, en el pajar que había tras la sacristía, se dejó bajar la falda y quitar la honra por amor, por deseo o sencillamente porque pensaba que esa sería, con el, primera y última.
Pensó en ella y en sus pechos rosados y generosos.
Y le vino encima una intensa e irrefrenable añoranza.
Al dedo le entró flojera, perdió el cálculo, la distancia y la trayectoria.
Le dolían los huesos por las cabalgadas y la carne por las heridas mal curadas.
El espadazo de un húsar enloquecido que le dejó media cabeza sin pellejo……un balazo en el muslo y un rebote que le deshiló la piel del cuello…..una bayoneta poco atinada, clavada en el glúteo cuando en realidad apuntaba al estómago.
- ¡Dios os guía hijos míos!. ¡Dios os llevará ante su presencia por matar a los que profanan su sagrado nombre!.
- No hagas caso al cura – le susurró su padre, temeroso de que alguien lo acusara de afrancesado por dudar del sermón patriotero – Tu solo piensa en volver junto a nosotros. Hijo mío….hijo mío….
Y en eso pensaba mientras el granadero pasaba de largo, feliz por la suerte que aquella mañana le sonrió sin saberlo.
Su rostro le pareció amorriñado y pensativo, tal vez danzando en torno a una “femme” más fina y con los pechos menos dispuestos que los de su moza.
Se quedó mirando al río que discurría pegado al camino real.
Camino que atravesaba la sierra hasta conectar con otro río más ancho y menos bravo.
Si lo seguía, con dos días de ligero trote, regresaría al pueblo.
Se levantó y dio el primer paso.
¡Boom!.
El disparo lo mandó al suelo con el rostro avizor y el dedo regresando al gatillo.
Poco más adelante, vislumbró el cuerpo desmadejado del granadero y un guerrillero de su misma partida alzando el trabuco hacia donde el se parapetaba.
- ¡Bufo cagüen Dios!. ¿Se puede saber que coño estas haciendo? – le gritó.
Y olvidando pueblo, padres y pechos de novia, se echó el rifle al hombro y ascendió al monte, para continuar echándole cara a la guerra.
Bucardo

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