miércoles, 10 de septiembre de 2008

El Cabello


El Cabello
Encontré una hebra de su pelo.
Estaba rizada, alargada, tendida donde lo estuvo ella sobre la almohada.
Partió en silencio con pasos de pluma, sin despertar ni al gato, abandonándome desnudo sobre la cama, soñando con que la noche no se acababa y lo nuestro jamás moriría con ella.
Pero cuando el sol forzó la rendija de mis persianas, abrí los ojos y, aun somnoliento, pude escuchar el grito que su cabello exhalaba.
Pelirrojo, tan teñido y falso como lo fueron las buenas intenciones cuando nos mentimos, jurando contacto cuando solo había desfogue de cuerpos.
Cerré nuevamente los ojos e incomprensiblemente angustiado, me di la vuelta.
Respire intentando retener su aroma.
Era un cocktail entre perfume, sudor y humedad de hembra.
Un aire espeso sin ninguna novedad....salvo por su cabello.
Aquel milímetro capilar me retuvo inquieto, obsesionado por no alejarme, con no espantarlo de un manotazo, reconociendo que cuando lo hiciera, definitivamente, ya no estaría con ella.
Y así pasé la mañana...acobardado por no confesar, acobardado por no reconocer, acobardado por negar a mi y a ella, que andaba enamorado.
Bucardo

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