sábado, 11 de agosto de 2007

El Triunfo de lo Mediocre


El Triunfo de lo Mediocre

Antonio nació con desgracia, gozo de la suerte bien sudad y terminó, dicen que todos lo hacemos, por retornar a la desgracia sobre la que gateara siendo apenas recental.
Puede que para el ignoto, para quien por casualidad pusiera sin saber los dedos sobre la guía telefónica, el apellido Santacruz les sonara a gloria militar y nobleza de sangre oscuro azulada, pero lo único que había de santo en aquel nombre eran sus cinco letras si bien la CRUZ se escribía con esas mayúsculas que padecen los que nacen en hospital público, rezando para que no hubiera esperas y al final no le tocara hacerlo sobre la camilla de una atosigada sala de espera.
El padre Santacruz pagaba las insolvencias vendiendo bombillas y tornilleria varia a un vecindario acostumbrado, por eso de las cuentas rasuradas, a componérselas ellos solitos ante cualquier cachivache en horas bajas.
La Ferretería Santacruz, pues los pobres suelen serlo tanto en honorarios como en imaginación a la hora de bautizar sus negocios, daba para poco más que acallar las bocas y mucho más desde que la ciudad se dejara sitiar por multitud de centros comerciales donde el bricolaje Leroy Merlin iba poco a poco horadando el hueco donde terminarían por fenecer los negocios de mil vidas y un barrio como aquel era.
Y Antonio podría ser de parroquia mal asfaltada, pero las entendederas las tenía bien cosidas y bien sabía que allí donde el ternasco tan solo se huele por Navidades y la loteria se reverencia como único dios salvador de apuros, iba a ser su cerebro y no otra cosa, el que le evitaría el triste sino de ser echar cierre al “bussines” por aquello de salir más barato fabricar mil tornillos en Pekín que una tuerca en Portugalete.
Precisamente fue eso, la conciencia de lo que había y habría de ser, lo que tornó la inicial desgracia en fortuna, reconvertida en aquellas brillantes notas de Primaria, luego Instituto, que provocaban discusiones entre el profesorado, no a causa de que Antonio trapicheara con pastillas a la entrada del centro, ni porque le estampara el puño en la cara a algún llorica “amariconeado” que no supiera como defenderse, sino porque era tanto lo que ofrecía y tan rancio lo que le rodeaba, que más de uno lidiaba por trasladarlo a una escuela para superdotados.
Pero al final aun entrando por el mismo aro, tuvieron que ser sus inmaculados expedientes los que obligaran a una administración acostumbrada a dotar de beca y chofer al amigo del amigo con triple enchufe incorporado, a hacer lo propio al nombre sin apellido, al número sin peloteo……al desconocido con mérito.
Y aun con esas, la carrera fue eso…..”carrera” para un Antonio al que solo su perseverancia era capaz de hacerle vencer aquella escalera de imposible.
Imposible tornado en posible cuando la matemática se convertía en arte y el arte en matrícula de honor……imposible tornado en posible cuando ante una pizarra plagada de variantes requebradas y logaritmos en raíz neperiana, el era capaz de rebajar la testa a un catedrático con derecho a nota sin rechistar, demostrando que estos eran tan humanos como las mingitaciones de un obispo……imposible tornado en posible cuando se pagaban cursos de postgrado sirviendo cortados con sacarina a estudiantes con cuello bordado al son de la roja y gualda y Master de porte y mucho emolumento, atiborrando a pueriles en fase con hamburguesas carentes de valor nutricional….imposible tornado en posible si había que disfrazarse de “au pair” para aprender inglés, de Mickye Mouse para decir “au revoir” o marear pizzas y sofreír Bratwurst para globalizar mente y lengua……
Imposible tornado en posible cuando veía a Berta, pelirroja, pecosa de ojos claros y mirada saeta, de piernas largas como día sin paga, escultural, tan precisa en el talle como lo era a la hora de rascarle la nuca a Antonio con eso de las medias académicas.
En aquel tiempo, en realidad desde que el tiempo es tiempo, Berta era rondada por una piara de cérvidos que bramaban su musculatura, talle y perfección, sus risas modélicas y Visas Oros ante la aburrida cara de la pretendida.
Por mucho que el hijo del ferretero fuera un tirillas de musculatura utópica y brazos flácidos, de costillar en lugar de pectoral y planicie manchega donde se supone suele haber glúteo ……..lo que tenía, lo tenía bien puesto y sabía como usarlo.
El no aparentaba…..el era y por normalitas que fueran sus carnes a la primera intentona, el intelecto le regaló a Berta innumerables orgasmos antes de anochecidas, le otorgara otros dos…..mucho más carnales.
“La vida es de los valientes y de los que no creen en imposible” – pensaba mientras sentía la respiración pausada, dormida y sosegada de la que desde aquella “prima notte” con el aire como vestido, se consideraba ya ennoviada.
Así fue como el hijo del ferretero, ese que cuando la soga apretaba tenía que tragar orgullo y pedir de prestado para pagarle los libros al chico, ese que no sabía lo que era una playa bajo los pies o un coche que no fuera de decimonovena mano entre las manos, disfrutó del día en el que sus yemas sintieron la caricia de aquel trozo de papel…..cuarenta y cinco por treinta……que le dotaba rango y derecho a ser alguien, de oficio y acceso a la oposición, obvio decir que aprobada Ministerio de Asuntos Exteriores.
Pero el destino o los hombres que lo persiguen, perseveran en el sino que les ha sido escrito y la desgracia, la misma mañana que entró con su traje de Sabeco y sus zapatos repulidos a cinco euros en tenderete rumano dominical, por la puerta de la oficina, tomo la forma oronda, pretenciosa, acomodada y algo dejada de Miguel Ángel Sarrate.
Los Sarrate por nacimiento, heredaban apellido, cuello y compostura, amen de todos los ceros a la diestra que fueron acumulando desde que uno de sus ancestros, que nació sin “Don” ni mayor oferta que el hilo de sus bolsillos, se ganará a fuerza de bondad y risas forzadas los halagos del décimo tercero de los Alfonsos quien a cambio le concedió como pago los honores, tierras y bondades que luego la República no tuvo arrestos a arrebatarle.
Desde entonces los Sárrate, se habían adaptado con facilidad a esa tranquilidad que respiran quienes se saben desde el paritorio perfumado de la Clínica Quirón hasta el panteón de lujo en la Almudena, ausentes de todo recibo o pago, de todo sudor o desvivir por aquello que llaman llenar el buche o llegar a fin de mes.
Tatas sumisas de acento extranjero, colegios exclusivamente privados ni tan siquiera medianamente concertados, Instituto con nombre catedralicio y campo de fútbol digno de un Primera División, Universidad de nombre churrigueresco de esas donde la chequera y el ornato de la diplomatura suplían sin mayores conciencias los defectos académicos del hijo y una oposición sin eso….oposición…..en la que no hubo mayor preparación que la voluntad de ganarla ni mayor inversión en codos que los 0,35 céntimos minuto que les cobrara la Telefónica por el recordatorio a la influencia de turno.
Miguel Ángel trabajaba sin despertador ni presiones, sin objetivos ni balances sencillamente por no tener que decidir cada mañana si se bañaba en la piscina o cogía el coche camino de la sierra, por no soportar continuamente a la mujer y los hijos, por los pequeños placeres que daba el sentir bajo las posaderas el sofá de cuero artesanal mientras “Las Mañanas” se derramaban en la COPE, se acariciaba la calva o navegaba sin vela por mares cibernéticos en busca de una escapadita romántica y discreta con uno de sus amantes previo pago.
Por eso, para la mente forjada con la soldadura de las verdades supremas que era la de Miguel Angel, Antonio venía a ser…..sencillamente inconcebible.
Sarrate había nacido ya hecho, esculpido desde el instante de los cigotos y por eso mismo, la presencia constante y diaria, puntual y responsable de aquel advenedizo en la oficina para asuntos Iberoamericanos del Ministerio de Asuntos Exteriores era un recordatorio constante de dos cosas…..que la democracia no termina de ser un sistema perfecto y que las entendederas y el saber hacer no son cosas que se puedan adquirir en los escaparates de la Calle Serrano.
Por eso en cuanto sintió la estrechez callosa de la mano del ferretero, le cayó como un ladrillo estampándose sobre su ego, la sensación angustiosa de que pudiera verse superado, atravesado por uno mucho más joven, mucho mejor preparado, más encandilador y sobre todo mucho más pobre que el.
Miguel Ángel fue el encargado de explicarle el sistema.
Lo hizo con dejadez consciente, salpicando con omisiones pretendidas y olvidos voluntarios……Antonio no habló.
El solo tuvo que esperar una semana para diseñar el suyo propio….mucho más coherente, mucho más efectivo, mucho más rápido, moderno y eficiente…..hoja de Excel bien formateada al lado del papiro amarillento, cuarteado y viviente que era el fosilizado Sarrate.
Toda guerra tiene un “casus”….un “casus belli” y para quien vivía en Concha Espina sin saber lo que era conducir sin chofer o comer sin cocinera, el suyo se declaró a final de mes, cuando se imprimieron las listas de efectividad y su nombre, como siempre, no figuraba entre los primeros.
Aquello era hábito pero el que un García, Pérez, Sánchez o como Antonio se apedillara le sacara distancia de Tour de Francia era cosa que no estaba dispuesto a aguantar.
Y como superior suyo que era, no toleraría que las cosas se hicieran bien, que la eficacia y responsabilidad se irguieran en bandera izada, no consentiría que los informes estuvieran sobre su mesa con adelanto y presencia inmaculada o que los oídos del Secretario General llegaran a escuchar que alguien en su departamento apuntaba oficios mayores que el suyo propio.
Bastaba con una sencilla nota, una llamada, una conexión, una indiscreción en cena de trabajo o echando la meadilla en los descansos y Antonio terminó por presentar excusas por no respetar las normativas, las jerarquías, las legislaciones no escritas, esa que lo veas o no te señala que muro o no muro……un muro sigue siendo muro.
Pero al hijo del ferretera le costaba esfuerzo comprender que se tuvieran que pasar a mano las instancias que con una impresora taiwanesa y noventa y tres teclas apenas suponía el esfuerzo de media mañana…..todo era cuestión de adelantar y que el verdadero jefe, ese que paga impuesto, tasas y sobretasas, tuviera una razón para sentir que algo funcionaba.
Pero Miguel Angel jamás consentiría que el trabajo despachado desde la mesa de su segundo fuera acumulándose sobre la suya propia, impidiéndole arañarle segundos al horario en la cafetería de la esquina, fumar largos y repetitivos cigarros, buscarse pareja de Paddle o imaginar que esas señoras y sus senos pasaban de la cibernética a la vida real con el llevándoselas por delante.
Todo era cuestión de sonsacar una excusa liviana……una fecha mal operada, clips en lugar de grapas, ausencia de tinta, firmas cuya necesidad se desconocía, fotos del tamaño adecuado, ausencia de formularios con datación arqueológica…..
Capas de respirarse el solito todo el desaliento de la desesperación, Antonio no cejaba en su empeño de corregir con botón de “Supr” los errores que otros camuflaban tras espesas capas de Tipex…….y mientras el trabajo jugaba al tenis zigzagueando de mesa en mesa, la maquinaria de la que formaba parte aquella bisagra iba poco a poco ralentizándose hasta que desde grados superiores, comenzaron a preguntarse por que razones lo que ya de por si se mostraba lento….ahora lo era todavía más.
Nadie en veintiocho años que se le conocía en el departamento había visto a Miguel Ángel trabajando con mayor ahínco, nadie lo vio no salir en o antes de hora y asumir los retrasos con alguna hora extra, nadie le recordaba poniendo tanto empeño en aquel informe detallado de los errores cometidos por su nuevo empelado.
Y la consecuencia fue que un Antonio derrengado, con dos master, título, idiomas y experiencia, con voluntad, sacrificio, buen hacer y sapiencia, terminó por compartir nómina en la empresa más grande de toda España…..el INEM.
¿Miguel Ángel?.....terminaría haciendo maldecir a los que sufrieron su ascenso y traslado, viéndose abocados a retornar a la prehistoria burocrática por exigírseles en tinta y mano lo que antaño se hacía vía email, sin mayor burocracia y menos retrasos.
El triunfo de lo pretendido frente a lo que se pretenden no es sino la victoria no de quien la verdad posea, sino de quien sea el primero en proclamarla……por eso ahora los tornillos….se fabrican en china.
Lo dicho, el triunfo de lo mediocre.

Bucardo


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