
La Sal
Chot Djerid recibía el amanecer mezclando amarillo con un azulón extraño. Una lengua de asfalto partía el mar de sal y sobre ella, mal dormidos, estábamos ambos. Nueve años y ahora resulta que ya no nos encontrábamos. Posaste con desgana mientras yo apuntaba tras la cámara. Apuntaba y pensaba. Tenía miedo. Tanto camino andado, tanto por venir, perdidos por no sacarnos las ilusiones. Ajusté el objetivo y extendiste los brazos. Y entonces lo vi. Bajo tus pies sobraba la sal que nosotros anhelábamos. Aquella noche, bajo el oasis de Tozeur te besé a lo inesperado. Al día siguiente te prometí otro. Bajando del avión, lo hicimos cogidos de la mano. Quedan muchos viajes pero muchos más años.
Bucardo
Chot Djerid recibía el amanecer mezclando amarillo con un azulón extraño. Una lengua de asfalto partía el mar de sal y sobre ella, mal dormidos, estábamos ambos. Nueve años y ahora resulta que ya no nos encontrábamos. Posaste con desgana mientras yo apuntaba tras la cámara. Apuntaba y pensaba. Tenía miedo. Tanto camino andado, tanto por venir, perdidos por no sacarnos las ilusiones. Ajusté el objetivo y extendiste los brazos. Y entonces lo vi. Bajo tus pies sobraba la sal que nosotros anhelábamos. Aquella noche, bajo el oasis de Tozeur te besé a lo inesperado. Al día siguiente te prometí otro. Bajando del avión, lo hicimos cogidos de la mano. Quedan muchos viajes pero muchos más años.
Bucardo
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