jueves, 6 de marzo de 2008

No es culpa suya


No es culpa suya

- No es culpa tuya ser tan fea…..a fin de cuentas….eso que llamas cara, debe venirte de padres.
- ¡Y a ellos les viene de abuelos! – añadió la sombra.
La aludida soportaba aquella galerna, parapetándose contra la esquina, aprisionada por la inquina de tantas miradas agresivas y burlescas que la acosaban como lo hacen las hienas tras los pasos torpes de una cría de gacela.
- Y lo malo no son solo esas orejas de paquidermo. Lo malo es que con ese pelo de estropajo que te gastas, no eres capaz ni de taparlas – los insultos se aupaban cuanto más risa le hacían corrillo.
- ¡Podríamos ver “El Tomate” a poco que tuviéramos un televisor cerca! – añadió la sombra.
La aludida trataba infructuosamente de ocultar aquellas prominencias hostiles, metiendo el cuello entre los hombros, como si con ello pudiera soterrarlas a ellas y a su vergüenza.
- Échale un vistazo a tus pechos. ¡Si casi no nacen!. ¿Pero a ti por que te parece que me miran los hombres?. ¡Por esto! – exclamó al tiempo que remarcaba la forma de sus tetas, redondeándolas, apretujándolas obscenamente con ambas manos.
- ¡Eso, eso! – escoltaba la sombra
La aludida intentaba encorvar su cuerpo, camuflando sus carencias tras el jersey de lana gruesa, protegiéndose tras el hombro derecho, mostrando menos cara que espalda.
- Y esa cintura….!si pareces tres en una!. Estás tan gorda que parece se te cruzó el palo que comiste. Y con ese culo….tan orondo, tan flácido….aun eres joven y ya tienes más hongos en el trasero que mi abuela.
- ¡Gorda, gorda que estás bien gorda! – sazonaba con sal la sombra
La aludida luchaba estérilmente por zafarse del agobio pero con cada hueco que se le ofrecía, antes de que pudiera colarse, se lo cerraban, empujándola nuevamente contra el paredón.
- Vistes como una gitana, tal vulgar, con esa ropa de mercadillo, tan barata y hortera que se te deshace a poco que llueva….¿quien conoce esas marcas?.....¿a quien pretendes engañar?....no ganas ni para comprar unas zapatillas decentes, que no sean estas de….¿Sabeco dominguero?.
- ¡O del Carrefour! – gritaba enardecida la sombra.
La aludida escondió los dedos de los pies como si con ellos, siguieran las trazas de su mediocre calzado.
- ¡Si ni siquiera te maquillas!. Nena….con esa cara que ni Cristo sabe donde te para cada cosa, lo menos podrías engañarnos algo. ¿Así quién va a quererte?. Vas a terminar más Virgen que Teresa de Calcuta. Si, al final resultará que tu marido será alguno de esos moros que se casan con cualquiera, soportando incluso a alguien como tu con tal de que no los echemos.
- ¡Mora, serás una mora!.
Acuclillada, ocultaba su rostro entre las palmas extendidas, mientras lloraba, tratando de contener las lágrimas, para que estas no ejercieran de pila con las que recargar aquel ensañamiento.
- Y además tienes una lorza que ni…..
¡!!!RIINNNNNGGGGGGGG!!!.
Al compás del timbre, desde el pórtico cubierto de la escuela, la maestra palmeaba, llamando a sus pupilas.
- ¡Niñas….se acabó el recreo!.
Y las niñas, dócilmente, se pusieron en fila india, para regresar al pupitre.

Bucardo

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