
Soy Inmortal
El mundo arde pero sus cenizas no se regeneran.
De costado a costado, sin paz, descanso o tregua, cada vez más suicida, cada vez más acelerado, todo eso que nos rodea, va transformándose en tornado, absorbiendo incluso a quienes no lo pretenden, a quienes ofrecen resistencia y sobre todo a quienes pueden revelar el destino al que se les condena.
Es inevitable y aunque cierro los puños y me quejo……la edad, la desilusión, mi soledad o el desafecto, hacen que cada día digiera mejor que lo acepto.
Morir en vida antes de hacerlo muertos.
Por eso, sin esas prisas, aun siendo hombre, parí mi criatura como la ilusión más perfecta.
Por eso, aun a pesar de los insultos que son miedo, superando las críticas que ocultan envidia y las espaldas de aquellos que temen la verdad que su ego no tolera, cuanto por fin te sostuve entre mis manos, descubría, sin aspavientos ni eurekas que desde ese momento, mi nombre era inmortal aun cuando la carne del cuerpo, como la de todos, tarde o temprano se me pudriera.
Cuando las tumbas sean hierba y las lápidas polvo, cuando el paisaje que descubrimos mute tanto que reconocerse no pueda, bastará con que alguien desconocido, pronuncie mi nombre, para que del recuerdo retorne a la memoria y con ello, se me devuelva la vida.
Son las cosas buenas de amar la tecla y los símbolos impresos que las coronan.
Son las cosas buenas de saber como mientras las banderas y los himnos, los rencores y las avaricias manipuladas separan, la lenguas, las muchas lenguas, incluso las casi extintas, consiguen unir a quienes las hablan y a quienes se esfuerzan por comprenderlas.
Bucardo
El mundo arde pero sus cenizas no se regeneran.
De costado a costado, sin paz, descanso o tregua, cada vez más suicida, cada vez más acelerado, todo eso que nos rodea, va transformándose en tornado, absorbiendo incluso a quienes no lo pretenden, a quienes ofrecen resistencia y sobre todo a quienes pueden revelar el destino al que se les condena.
Es inevitable y aunque cierro los puños y me quejo……la edad, la desilusión, mi soledad o el desafecto, hacen que cada día digiera mejor que lo acepto.
Morir en vida antes de hacerlo muertos.
Por eso, sin esas prisas, aun siendo hombre, parí mi criatura como la ilusión más perfecta.
Por eso, aun a pesar de los insultos que son miedo, superando las críticas que ocultan envidia y las espaldas de aquellos que temen la verdad que su ego no tolera, cuanto por fin te sostuve entre mis manos, descubría, sin aspavientos ni eurekas que desde ese momento, mi nombre era inmortal aun cuando la carne del cuerpo, como la de todos, tarde o temprano se me pudriera.
Cuando las tumbas sean hierba y las lápidas polvo, cuando el paisaje que descubrimos mute tanto que reconocerse no pueda, bastará con que alguien desconocido, pronuncie mi nombre, para que del recuerdo retorne a la memoria y con ello, se me devuelva la vida.
Son las cosas buenas de amar la tecla y los símbolos impresos que las coronan.
Son las cosas buenas de saber como mientras las banderas y los himnos, los rencores y las avaricias manipuladas separan, la lenguas, las muchas lenguas, incluso las casi extintas, consiguen unir a quienes las hablan y a quienes se esfuerzan por comprenderlas.
Bucardo
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