sábado, 22 de diciembre de 2007

En Mala Hora


En Mala Hora

- ¡No puedo acercarme más!. ¡Me van a socarrar!.
- ¡Soltadlo pibe!. ¡Soltadlo!.
Las explosiones apenas le permiten intuir la orden.
No hace falta escucharla.
El espinazo solo le ruega salir de allí ileso, siquiera vivo.
“Hunde a ese hijo de mil putas”.
El visor le dicta las coordenadas.
Solo será un instante.
Hundir el puto rojo y picar espuelas hacia arriba hasta superar el techo de los jodidos antiaéreos. Va de cerca.
Tanto como para distinguirle las siluetas de los marinos, los enemigos, que buscan cualquier resguardo.
Su pulgar queda seco, tenso, a unas décimas de iniciar el dispositivo.
“El objetivo”.
Es a la corta cuando se confunde e intenta imaginar el estrago.
Un “Exocet” patriótico rugiendo bajo la barriga cebada del “Tupac”, la sacudida del mortífero ingenio con el primer empujón, la rienda suelta, el avance tecnológico, la ingeniería castrense efectiva, milimétrica, el agua que levantan sus motores rozando la superficie del océano, los agónicos disparos, desesperados de los “Bofors”…sentenciados.
Impacto.
Silencio iluminado, el mar ondulado, la onda expansiva y por último, un monumental petardazo.
Huracán de fuego químicos, el barco convertido en caldero, el hierro resquebrajado mutado en metralla, los cuerpos carbonizándose, el pañol de municiones vomitado entre las entrañas del leviatán, azuzadas por el combustible, los fluidos internos desparramándose y el miedo.
Si, el miedo del destructor, el miedo de su tripulación hecha hombre, olvidada del deber, mutada de soldados a maridos, hijos, padres y nietos, sufriendo por sobrevivir o morir pronto hasta que dejan de gritar, de moverse y pasar así a ser una línea más sobre el parte de bajas, letra dorada en el mármol, una cruz a la gloria de los caídos que nunca quisieron ser.
Una guerra….no la última.
Los que debieron decidirlo, se encargarán de ello.
Al comandante se le ha quedado el brazo agarrotado, el oído sordo del combate efectivo, brutal, olvidándose de lo cerca que se intuyen los destellos sincronizados que brotan del costado del destructor…automáticos, efectivos…marcialmente dirigidos.
- ¡Sube desgraciado!. ¡Sube!.
El “Tupac” revienta y sus pedazos quedan esparcidos, flotando sobre el el océano.
- Tarde boludo – suspira el superior – Pensaste demasiado.
Bucardo

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