El Tonto del Pueblo
Cada mañana, aun con el desayuno a medio camino y el reloj atosigando, le regalaba dos segundos en dos pasos contados, para prestarle algo de atención.
El estaba allí, tranquilo, sentado frente a la Consistorial con aire ausente, el oído aferrado a una minúscula radio y los ojos crispados, tensos, como si el Apocalipsis se le estuviera anunciando, en vivo y en directo, a través de aquel aparato.
Cada día, yo apresurado y el, allí sentado.
Y uno, pecando de recién llegado, no podía evitar la duda de por que razón cuando se preguntaba a los del lugar, estos calificaban al huraño de “retrasado”, “raro” o “tonto del pueblo”.
Así que a fuerza de tentaciones, no pude resistirme y acercándome prevenido, le pregunté amablemente que cadena era la que tanto interés le generaba.
- Ninguna – respondió – ¿No tendrá usted para pilas?.
“Míralo” – pensé con la mano rebuscando entre los bolsillos - “No nos salió tan tonto este del pueblo”.
El estaba allí, tranquilo, sentado frente a la Consistorial con aire ausente, el oído aferrado a una minúscula radio y los ojos crispados, tensos, como si el Apocalipsis se le estuviera anunciando, en vivo y en directo, a través de aquel aparato.
Cada día, yo apresurado y el, allí sentado.
Y uno, pecando de recién llegado, no podía evitar la duda de por que razón cuando se preguntaba a los del lugar, estos calificaban al huraño de “retrasado”, “raro” o “tonto del pueblo”.
Así que a fuerza de tentaciones, no pude resistirme y acercándome prevenido, le pregunté amablemente que cadena era la que tanto interés le generaba.
- Ninguna – respondió – ¿No tendrá usted para pilas?.
“Míralo” – pensé con la mano rebuscando entre los bolsillos - “No nos salió tan tonto este del pueblo”.
Bucardo
Registro Propiedad Intelectu@l
No hay comentarios:
Publicar un comentario