martes, 1 de abril de 2008

El Remedio


El Remedio
Todos los recepcionistas se mueren de cáncer.
No me lo estoy inventando sino que es una realidad probada, aunque no se salga en las estadísticas.
Cada oficio tiene su castigo.
Un minero ahoga sus pulmones en carbonilla, un pescador se deja siempre tres o cuatro dedos en el aparejo, a los trapecistas se les cuentan antes las costillas sanas que las rotas y no los políticos siempre tienen los bolsillos llenos y la verdad sin lengua.
En nuestro caso, los que limamos paciencia tras el mostrador, abonamos con generosidad nuestro propio y particular cáncer.
Verán, esto no lo descubrí yo.
Cuando exprimían mis prácticas uno del ramo me lo explicó sin miramientos.
- ¿Tu crees que después de pasarte día tras días, mes tras mes, años y más años soportando gilipollas no se nos licuan las tripas como si la sangre fuera enzima de araña?.
El tío era culto.
Quería ser artista.
Pero como la pintura no compra baggetes, terminó por hacer sueldos con los turnos de noche en una cadena frecuentada por árabes petroleros.
- ¿Pero supongo habrá algún remedio? – respondía acojonado por la idea de estirar la pata vomitando diminutos trocitos de mi propio hígado.
- Si lo hay, todavía no se ha encontrado.
Poco a poco cuando por fin dejé de ser el chico de prácticas para encadenar contratos temporales sin experimentar la sensación de fijo, tuve que reconocer, muy a mi pesar, que aquel artista malogrado, llevaba la razón consigo.
Bastaba con definir lo que era un puente festivo…esos cinco o seis días masticando hora tras hora en el parapeto, hilando histerismos, gritos, insolencias, maleducados, improperios y stress ajeno.
Quien lo conoce y ha sobrevivido, tan solo le queda conocer Basora.
Una madre al borde del histerismo que te llama incompetente cuando descubre que sus “niños” de dieciocho años dormirán con un tabique de quince centímetros de por medio…..un chulapo presumiendo de prepotencia ante la facilona que se ha agenciado, la misma que se la mama sin consentimiento de la parienta y que exige una cama resistente que ampare sus eyaculaciones precoces…..una vieja y su esposo igualmente envejecido, quien asiente sumiso tras ella mientras se critica el cortinaje de la habitación….un extranjero con acento del Próximo Oriente exigiendo descuentos porque el barniz de la tarima desluce sus chancletas horteras…..un adorador de su propio coche que se enfurece pues se le reservó la mejor habitación para su mujer en lugar del mejor parking para su vehículo…..unos niños estridentes abandonados por sus padres quienes se consideran tan en vacaciones como oficinistas que como progenitores…..todo ello basta para replantearse la vocación si se desea pasar de cuarenta.
Preocupado por ello, comencé a acudir al especialista cada vez que las retinas me desenfocaban, que los riñones se tensaban, que el cuello crujía o la cadera renqueaba…y en todas ellas me dijeron que o corregía la postura frente al ordenador o terminaría con hora fija semanal en el masajista.
Pero yo andaba convencido de que debía haber algo y no estaba dispuesto a quedarme cruzado de brazos mientras oculto en mis células, andaba mi certificado de defunción.
Fue entonces cuando pasó.
Aunque debería estarle eternamente agradecido, de la susodicha no recuerdo su nombre…aunque si su estampa.
Era una mujer madura, sin llegar a vieja, rellenita sin llegar a gorda, de ojos oscuros sin llegar a negros, cuello grueso sin llegar a papada y escaso intelecto, llegando de sobras a la estúpida más absoluta.
Llegó, fichó y subió para luego volver al descenso para recordarme las tensiones del oficio.
No era por el cortinaje ni por la tarima.
El baño era amplio, la cama nueva, el salón bien equipado y las vistas…espléndidas.
La cuestión radicaba en sus orgasmos, o mejor dicho en la carencia de ellos, insatisfacciones propias de una vida sin pene ni consoladores a mano.
- Ya se pueden esperar la propaganda que voy a hacerles….si, ya verán…¿en que hotel no tienen Telemadrid?...abrase visto, ¿y ahora que hago yo eh?....siempre me duermo viendo ese programa y si ahora no lo veo…¿qué hago?...!pero déme una solución!…..yo quiero Telemadrid y si usted no me lo soluciona….pues le presento una reclamación….vamos hombre que en un hotel de esta categoría…pero claro eso es lo que dice el folleto….pero la realidad es que esta hecho un asco…¿dónde se ha visto que no halla Telemadrid?....vamos….vamos…¿qué solución me da?.
- Apagar la tele y hablar con su marido.
No se lo esperaba.
Es verdad que tampoco creía que fuera a hacerme caso.
Tras la sorpresa o el susto, incrementó el griterío pero lo consideré buen síntoma.
Había dado en el clavo.
No solo averigüé las carencias de la dama sino que halle, sin que nadie me propusiera al Nóbel, el remedio a nuestros males.
Para soportar aquello no debía ser tan soez como la enfermedad sino actuar a la viceversa.
Bastaba con recordarles educadamente, las carencias que ellos mismos se negaban y algo por dentro se limpiaba.
Si ya se, arriesgo a perder clientes….pero es que me pueden más las ganas de tener nietos.

Bucardo

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