sábado, 5 de abril de 2008

El Reparador de Estrellas


El Reparador de Estrellas
¿Qué como llegué hasta donde estoy ahora?
La verdad es que si bien mi historia no es ni mucho menos de lo más convencional, empezó como lo hacen muchas de ellas……con una mujer.
Una mujer que en su día, preocupada por ver como los adultos consumían vida, paciencia y felicidad solucionando cuestiones insípidas, se paró en seco, trenzó con fuerza sus diminutas coletas, se vistió con ropas anchas y decidió con firmeza que desde entonces y para los restos, se negaba tajantemente a continuar creciendo.
Ni que decir tiene que ante tamaño arrebato, sus padres, sus primos, sus amigos, parientes y vecinos zanjaron el dilema archivándola en la sección “locuras y manías varias” de su biblioteca social pero cuando la conocí….y de esto mis canas prueban que hace ya unos cuantos años…..conocí a la criatura más sensata, cuerda y sensible de cuantas habían sido paridas en el seno de la humanidad, la más tierna, dulce y sincera que cruzara faz, besos y mil miradas junto a mi.
Una madrugada, una de esas raras ocasiones en la que nuestros ojos no se entrelazaban sino que lo hacían con el cielo nocturno, tumbados sobre la alfombra verde de un prado montañés, acompañados por el gorgojeo de las perdices pardas, ofendidas por ocupar sus territorios sin su permiso, intentábamos contar estrellas, un mar amplio e inmenso de estrellas que se extendían en mil tamaños y agrupaciones diversas, unas frioleras y apelotonadas, otras valientes y solitarias, algunas ariscas, otras brillantes, todas hiladas según como la imaginación ofreciera…..un piruleta, un gnomo, una boca con lengua ancha y burlona, un caballo ¿o era un burro grande?....
Y su luz, extinta allí donde brotara millones de años antes de que nosotros nos cogiéramos de la mano, iluminaba nuestras miradas, sobre todo la suya, salpicada por lágrimas silenciosas, como si de repente, su memoria hubiera recordado que tanta belleza nos quedaba demasiado alejada como para poder palparla y una expresión melancólica probara su necesidad de contemplarla de cerca.
Lamí su tristeza que descendía por sus mofletes……
- Ojalá fuera un reparador de estrellas – dijo.
- ¿Reparador de qué?
- Déjalo, solo es una de mis tonterías. Una más
Pero…..¿por que algo que la apenaba de semejante manera iba a ser una tontería?.
¿Acaso era una tontería el negarse a caminar por la vida comprando, meando, comiendo, comprando un poco más, llegando a la jubilación y muriéndose para terminar con San Pedro o Satanás pero siempre pagando el alquiler del hueco donde se pudren nuestros huesos?. ¿Acaso resultaba ser una tontería que en lugar de encender el televisor y languidecer física y mentalmente ante una pantalla de 24 pulgadas que piensa, hace, dice y oye por ti, hubiera gente como ella, dispuesta a obligarnos a pensar con unos trazos de color, con un audiovisual o con un “libro feo”?.
Mi curiosidad, su felicidad me obligaban a saber más.
Por eso corrí en busca del muy noble y excelso Diccionario de la Real Academia y traté de hallar la palabra reparador…..”el que soluciona o arregla algo que se ha roto”. Funcional si, pero ¡leches que poco imaginativo!.
Intenté hallar la solución en la Larousse pero allí solo me dijeron que podría “reparar” mis ansias por saber más, comprando a plazos su nueva enciclopedia actualizada gracias a la cual podría obtener la tarjeta “Cliente Chachi Que Ha Llegado” donde su principal ventaja radicaba en que ocupaba poco espacio en mi cartera, estaría en una lista de receptores de correo basura y podría pagar lo mismo solo que en mensualidades todavía más incómodas.
¡Por Dios que efectividad comercial! pero…..¿y lo mío?.
Acudí raudo a la Biblioteca, la Municipal, la que aparecía tan de vez en cuando en el Presupuesto Anual que sus libros enmohecían y envejecían deshojándose a medida que pasaban los años. Incluso llegué a toparme con uno llamado “Dios, Patria y Rey”, el cual aseguraba que sin estos tres conceptos, el país caería en una bacanal de orgías carnales y concupiscencia visceral…….!ya ves y yo deseándolo!.
Como aquello no solucionaba nada, retorné a tecnologías más actuales y tras comprobar que existen 38.967.998 páginas con la palabra sexo inscrita en algún lugar de ellas…..desde “Sexo a Tope” hasta “Sexo Tántrico” pasando por “Sexo sin Sexo” o “Sexo es pecado con dos mujeres o con una mano” no logré hallar indicio alguno que me ayudara a averiguar algo más sobre los “reparadores de estrellas”.
Ni los abuelos más abuelos, ni las abuelas más cotillas, ni los astrólogos más estrafalarios, ni videntes, sabios, astronautas, viajeros, expertos, científicos o prestigiosos estudiosos supieron darme tan siquiera una sola pista sobre ello.
Agotado, como mis fuentes, retorné varias semanas más tarde al mismo prado, tratando de encontrar su estela bordada sobre la hierba……la noche era mucho más fría, heladora, mi aliento se disipaba apenas salía de la boca y ella no estaba junto a mi para cogerme de la mano.....la añoré, LA AÑORÉ más intensamente que nunca y entonces……!pum!......!ostias!.
Sobresaltado, abrí los ojos justo para ver como se precipitaba lo que yo creía era estrella fugaz…..pero cuando iba a pedir un deseo, justo donde había contemplado el último estertor del astro, se abrió ¡una puerta! y de ella surgió una diminuta cabeza y una mano que recogía algo del panel nocturno y retornaba a la oscuridad para cerrar la portezuela……..sin embargo, antes de echar el cerrojo, me miró, si, estoy seguro de que lo hizo.
- ¡Eh, eh, eh!, ¡Espera por favor!, ¡Espera!
No pareció oírme.
Regresé al mismo lugar la noche siguiente, y la siguiente, y todas las siguientes durante más de un mes.
Y lo hice con tal persistencia que la cama tenía celos de la hierba y las ojeras se extendían más halla de mi cara…..incluso creí distinguir que una perdiz hembra, tan acostumbrada a verme como ya estaba, guiñó uno de sus ojos en la creencia de que yo no era hombre, sino macho de su especie con pretensiones de formar familia.
Pero a la trigésimo tercera noche, entristecido, decidí creer en lo fácil e imaginar espejismo lo que un mes antes me pareció casi tocar con las yemas.
Volví a casa decidido a reconciliarme con las sábanas.
Apenas llegué la llamé.
Su voz sonaba profundamente abatida……decía sentirse fea……decía amar la belleza….y desesperar buscándola.
Por una vez me olvidé del despertador pero ni tan siquiera así conciliaba el sueño.
Su voz, sus afligidos ojos intuidos al otro lado del cable, su……
- ¡Quien coño es usted!.
Mi mente estaba tan atareada que ni tan siquiera me había dado cuenta del hombre que, sentado en una esquina de la habitación, contemplaba mi insomnio con su rostro maduro aunque todavía no anciano.
De bigote generoso, prominente diría yo, nariz chata, cejas con serio problema de superpoblación y cuerpo bajito aunque fortachón, limpiaba sus gafas con una gamuza tan sucia, que uno no sabía muy bien si era la gamuza quien limpiaba las gafas o viceversa.
- No grites zagal….que tus vecinos son de los que duermen.
- Pero….
- El otro día me llamaste ¿te acuerdas?....-estaba demasiado estupefacto para responder- Ya sabes, cuando se rompió la estrella.
- ¿La estrella?.....¿las estrellas se rompen?
- Pues buena me ha caído – lamentó cogiéndose con dos dedos la nariz y meneando la cabeza de lado a lado – Vamos a ver ignorante, que te creía listo y me sales corto de entendederas……la estrella se rompió y tuve que repararla ¿te acuerdas?.
- Si…..- la cosa me sonaba a 28 de diciembre pero allí, en calzoncillos sobre la cama y ante un desconocido…..mejor era no llevarle la contraria.
- Venga levántate que tenemos faena en abundancia.
- ¿Aprender? Perdone pero no le conozco y así….en ropa interior…..por lo menos podría…...
- Yo soy Paúl…..cincuenta y dos años, soltero, perpetuamente enamorado, vivo en un apartamento modesto pero coqueto en Vilanova y la Geltrú, pago hipoteca hasta por la cortinilla del baño, de día trabajo como reponedor en una tienda de electrodomésticos y de noche….soy “reparador de estrellas”.

Han pasado seis años desde que conocí al bigote de Paul……siete desde que ella me cogió de la mano.
Con el tiempo y mucha paciencia fui descubriendo los secretos de este oficio secreto.
Tal y como le sucediera a su predecesor, y al predecesor de su predecesor desde que las estrellas eran estrellas y fue necesario repararlas, a medida que lo hacía el iba olvidando lo que yo aprendía hasta que una mañana me lo crucé por la calle y no supo reconocerme. Sigue como reponedor y sigue pagando hipoteca y sigue enamorado.
Ahora cuento con una mano los pelos lozanos que todavía me quedan y con dos los que sobreviven a mi calvicie.
Pero cada noche, apenas termino de recoger el comedor y pasar los vales, el cansancio que he arrastrado durante toda la jornada desaparece, busco el mono azul con un cometa blanco fosforito correteando constantemente sobre la tela y me voy a trabajar.
¿Sabían ustedes que las estrellas fugaces no existen?.
No se desanimen por favor.
Lo que en realidad sucede es que las fugaces no son otra cosa que estrellas apenadas que ya no se sienten capaces de soportar la infelicidad que iluminan cada noche y padecen viendo lo que ven hacer a la gente.
Por eso decaen, se agostan como un río en verano, como lo hace el sol por la noche o la hoja del hayedo en octubre.
Las estrellas son seres mimosos y sensibles, con un rostro mofletudo y unos ojos pequeños, negros, redondos, muy vivos…..por eso cuando una se viene abajo, atento como estoy, abro la puerta muy rápidamente y la cojo antes de que toque el suelo.
La llevo al taller sin herramientas y allí la escucho, le hablo, trato de recordarle que por fuerte que sople la tempestad siempre hay un momento de calma, algo hermoso por lo que merece la pena seguir brillando, no se, un búho ululando, la sombra de una estatua, el quejido de las ramas de un árbol, de mil árboles, de cien bosques…..y con cada razón que le regalo, la estrella caída parece brillar más y más, un poco más, un poquito más hasta que tengo que buscar las gafas de soldar para aguantar tanto fulgor y es entonces, solo entonces cuando la vuelvo a colocar en su sitio.
Recuerdo el día en que a la Osa Mayor le salieron mal los cálculos y se dispuso allí donde la escenografía le mandaba estar dos pasos más a la derecha.
Una de las estrellas de Dragón chocó con ella astillándose la punta……y, créanme, reparar la punta de una estrella no es cosa fácil.
Esto no se arregla encofrando y cementando, ladrillo, tornillo, paleta y vuelta a empezar no……esto se solventa con una “lista de deseos incumplidos”.
Cada vez que tengo que remendar a una estrella, cojo un saco y recorro medio mundo recogiendo todos los deseos que puedo…..Paz para los iraquíes, equilibro para los Nepalíes, una oportunidad para los africanos, pan para Somalia….selecciono y mando a tomar viento fresco aquellos que siempre algún listillo me intenta colar……mejor balanza de pago para los europeos, índice bursátil en claro ascenso para los norteamericanos, un bolso de diseño que no entiende de apuros a final de mes para una niñata de Móstoles que me tiene frito con sus tonterías…..
Luego regreso y se los voy enseñando a la enferma que poco a poco se va inflando, inflando, inflando hasta que de repente, pura magia, brota nuevamente la puntita perdida y puedo volver a colgarla del cielo.
Pero una noche, mi estrella favorita, Nereida, no quería brillar.
Como hacía desde hacía años, abría las puertas del corral cuando ya el sol se recostaba por poniente y todas salían en tropel y alborotadas……pero ella, ni tan siquiera alzó la mirada.
A diferencia de las demás, Nereida no tenía los ojos negros y diminutos sino amplios, inmensos, de un claro desconcertante, capaces por tanto de ver más y mejor, propensos a sufrir con mayor hábito, las tristezas ocasionales que toda estrella padece.
- ¿Hoy no puedes? – pregunté.
Ella afirmó con la cabeza.
- ¿Hoy no deseas?
Volvió a afirmar.
- ¿Es por el dolor, es por la indiferencia de quienes no lo padecen?
Afirmó nuevamente.
- Entonces sígueme.

Hay un lugar en el cielo del que raramente hablo.
Es un recoveco tan escondido, tan bien camuflado que ni los telescopios más potentes e ingeniosos han sido capaces de descubrirlo…….es el “balcón de los buenos deseos”, el lugar que siempre elijo cuando pretendo acercarme a ella, susurrarle en la distancia.
- Mira – le dije señalando con el dedo.
Ella permanecía acuclillada en el borde del abismo.
No contemplaba el paisaje.
Con su cabeza, con sus pelos alborotados embutidos entre sus piernas, sollozaba.
De haberla abrazado, de saber que en secreto la miraba, jamás habría llorado.
Ella se creía fuerte pero en realidad, bien sabía yo que la muerte de una hoja la entristecía, la de un árbol la deprimía, la de un bosque la clausuraba y la de un monte le quitaba las ansias de seguir adelante.
- Todas las noches Nereida, deseo abrazarla, todas las noches deseo con todo mi corazón que sonría, que sienta lo especial que es para mi….todas las noches la amo, pero no puedo entorpecerla, no puedo exigir nada…….por eso te necesito, por eso ella te necesita. Ambos necesitamos que nos mires….dile a ella “te quiero” y a mi “te añoro”…..dinos a ambos “nos vemos pronto”.
Y es que todo lo que ha sido creado, desde el microbio más infecto hasta la ballena azul, tiene un objeto, una razón para estar allí…..las estrellas son mensajeros…..dos personas al tiempo, mirándolas, por lejos que estén pueden hablar entre ellos.
Lo se muy bien, nadie las conoce mejor que yo…….por mucho que ustedes no crean en mi cordura, existimos, si, nosotros……los “reparadores de estrellas”.

Bucardo

Registro Propiedad Intelectu@l










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