viernes, 10 de octubre de 2008

La Radio


La radio
Un día, la radio dejó de sonar.
No era cuestión de tecnología.
Sencillamente una mañana, fiel a sus costumbres, padre la encendió para que lo entretuviera el desayuno y esta, sencillamente, le respondió con una callada.
Padre se enfurruñó lo suyo.
No le gustaba que lo contradijeran.
- !Que ostias le pasará!. !Si es casi nueva!.
Invirtió la noche en destriparla, en revisarle las soldaduras, el cableado, los chips, el diminuto altavoz o inclusa la correcta longitud de la antena receptora.
Pero de nada sirvió.
Al día siguiente, ya sin paciencia, padre la llevó al especialista.
Este, que del asunto sabía un rato largo, cobró ocho horas por una faena inútil.
- Mira que llevo tiempo en esto y que dispongo de medios - explicaba mientras sobre la mesa se extendían cuidadosamente ordenados, todos los mecanismos que daba forma a sus entrañas - Y no le encuentro remedio.
Finalmente, padre la dejó por imposible, abandonándola en un rincón del trastero.
"Por fin - pensó - Ya era hora de que me dejaran sola".

Bucardo

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