miércoles, 29 de octubre de 2008



El Error de Frances
Con los años y el desastre, también le vino a Frances el arrepentimiento.
Frances amigo, el monte es para siempre, el monte es para toda la vida. El cemento es cosa de unos cuantos con poco tiempo.
Paseaba cansino y algo cheposo, aunque la edad solo le acorbataba cincuenta y ocho años.
Entre las moles, las agujas que pinchaban malhiriendo el paisaje del valle, se escuchaban pasos, los suyos, resonando en aquel vacío que en tiempos se llenaba quince días por año y ahora solo era gris...gris mudo y cementero.
Giró para coger la senda que bajaba hasta la ribera, donde de chico trataba de coger truchas a manos o alcanzar la carrera de alguno de sus perros.
Ahora la presa retenía la corriente y el zumbido insano de la electricidad se alejaba por gruesos cables hacia el sur, donde le sacarían el provecho que a ellos les birlaron.
Frances amigo, ¿no te duele?, ¿no lo sientes tuyo?, ¿no vas a hacer algo?.
En verano, cuando retumbaba la tormenta, parecía escucharse el grito del río, enrabietado mientras trataba de librarse de aquel bozal con que lo habían amordazado.
Cruzó el puente.
Era ancho y blanquecino, con la lengua alquitranada perfectamente marcada, arañando la tierra hasta llegar al campo de golf que lo justificaba...al otro lado de la vaguada.
Antes que el campo hubo pueblo, con tres familias y una veintena de paisanos.
Pero al puente solo lo trajeron con la excusa de los 18 hoyos...cuando las casas ya había cerrado.
Frances retuvo la mala conciencia y miró al cielo.
Volaba sin pájaros.
Miró al monte.
Se alzaba en silencio.
Y a cada paso, se arrepintió por no haberles hecho caso.
Pero era ya demasiado tarde como para reconocerlo

Por un Pirineo con Osos......

Bucardo

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