viernes, 10 de abril de 2009

Medio Masticado


Medio Masticado
Antuan masticaba algo queso sentado en la terraza del mesón.
Lo acababa de sacar a la luz desde la bodega donde la abuela lo dejó semanas atrás para que criara hongo y fermentara.
Era un queso sin etiqueta, consistente y agradablemente ácido, al que se debía masticar hasta doblegarlo y que tragando, dejaba tras de si un sabor persistente y embaucador.
Un queso para estómagos soberanos, divinos casi si se ayuntaba bien con algo de miel casera.
A punto pensaba en ir a buscarla, cuando el autocar puso intermitente y tras soltar un bufido, abrió compuertas.
Carga de domingueros, el nuevo ganado sin pezuña ni mugido que alimentaba las carteras.
Las primeras, tocando a la carga eran las meonas, acelerando en cuanto se percataban que el local no era supermercado y que a lo peor, había tan solo una taza para tanta vejiga dilatada.
Tras ellas, los cafeteros.
Adictos al Juan Valdés que llevaban contando curvas desde la última vez en que el guía les aseguró que en cinco minutos pararan.
Alguno andaría tan impaciente que en lugar de pedirlo en boca y de cafetera, preferiría un inyectable directo en vena.
Más selectos y apaciguados eran los “souvenir”.
Media vida acumulando tesoros varios; cangrejos fosilizados, tétricos estampados, figuritas de toreros o sevillanas, horrorosas figuritas de porcelana, cucharillas, dedales, estampas y sobreros cordobeses, desde una jarra de “pills” germana hasta una manopla del Micky americano.
Lo que sea, como sea, pero que sea tradicional y de pura cepa.
- ¿La mermelada de tomate se hace aquí?.
- Si señora, desde la Reconquista.
Y la señora ni se plantea quienes fueron Colón, la patata o la tortilla de boniatos.
Los últimos son ralea de los enteradillos, los que se apartan del rebaño perjurando que no son de tal estirpe y que cayeron en aquel Inserso organizado por pura casualidad, por acompañar a un familiar, porque no tenían otra que hacer o andaban despistados.
Fugados hacia el eclecticismo, pasmados de mirada fugitiva e intelectual, huidos del cemento en busca de la rural fragancia.
Ellos no ven….contemplan….no huelen….sienten……no preguntan….investigan y no cagan…..abonan.
- Por la forma del campanario deduzco cierta influencia tardorománica…..por el color del hayedo no tardará en aproximarse el otoño….ese silbido es de pájaro y lo que resulta azul encima de nuestras cabezas….se llama cielo.
Ellos saben más que nadie y menos que nada.
Antuan suspira.
El no será hombre de letras pero sabe que la iglesia se reconstruyó tras un incendio que el otoño se predice bien a 3 d octubre que todo lo que silba y tiene pico es pájaro y que el cielo, esta hoy nublado.
- Perdone señor – uno de estos se aproxima y el quesero se disgusta con la boca medio vacía por el mal bocado - ¿Qué eso que toma es queso?.
“Ya tuvo que venir a joderlo.
- Si señor…..lo hacemos con leche de perra.
“Toma sapiencia”.

Bucardo

1 comentario:

yayo dijo...

La señora de los suvenirs es mi abuela, quien ha sacrificado toda su vida para criar 4 zagales, y quien nunca poseyo nada excepto para darlo.Ahora tiene ilusión aunque sea para poseer una muñeca horrorosa.
El señor que curiosea sobre el queso, se ha quedado viudo recientemente e intenta llenar el espacio vacio que le queda observando y preguntandose sobre cualquier cosa que le haga olvidar el dolor de recordar su ausencia.