miércoles, 8 de abril de 2009

El Sueño del Niño


El Sueño del Niño
La noche resultó noctámbula.
No siempre el cansancio significa sueño, ni la cama descanso.
Una noche larga y en cafeína, convierte el techo en paisaje y la almohada en tortura.
Trabajó duro y cenó ligero.
Cumplió con entes y personas, con amigos del alma e insoportables compromisos, con una madre posesiva y un jefe que ya no escucha.
Habló con su señora, le hizo el amor, susurró un te quiero se apagaron la luz pensando en el reposo.
Pero a las tres en punto de la madrugada, en aquella casa, dormían niños, mujer y perro….todos menos su dueño.
Huyó de la sábana y marchó al salón dispuesto a averiguar si los basureros serían como siempre puntuales cuando llegaran las cuatro.
Y lo fueron.
Pero apenas en cinco segundos, la tonta novedad le devolvió a la realidad de que a aquellas horas, eran más los que no miraban el cielo negro.
Caminó sin arrastrar los patucos hasta asomar un ojo por la rendija medio abierta del dormitorio de sus hijos.
Parapetado en el umbral, los atisbó con recato, temeroso de importunarles y luego tener que dar explicaciones a quien se los había parido.
Pero a los niños la respiración les delataba; a estos dos los despertaban ni a toque de corneta
Aun sabiendo que no sería contagioso, se entretuvo un rato largo, envidioso por todo lo que se renuncia al dar ese paso largo de la niñez a lo adulto.
Se renuncia a la ilusión, se renuncia a las utopías y los nuevos mundos, se renuncia al sexo abundante y variado, se renuncia a caminar sobre el entarimado con tacones o descalzo, se renuncia a la sal en las tortillas y el azúcar en el cortado, a las sesiones de cine semanal, a no aceptar nunca el abuso de una hipoteca, a ver menos pantalla y leer más letra, a no dejar jamás de amar a una sola, a domar un perro y plantar un árbol, a procurar por quien no tiene y no olvidar nunca a los que se fueron.
Se renuncia incluso al sueño.
El que no le viene.
El que se escapó en cuanto asomó la barba por debajo del pellejo.
- Voy a despertar a los críos.
Y la mujer deja a medias la tostada, apurada porque con el autobús se les hiciera tarde.
- Déjalos cariño….a fin de cuentas….ya se nos hará adultos.

Bucardo

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