domingo, 27 de enero de 2008

La Cabina


La Cabina
Te metiste dentro de la cabina, dejando que la puerta quedara sellada, desde dentro, con la memoria en un solo número, cara fura, agria, desapacible y ninguna gana de escuchar a nadie.
No hacía falta.
Allí tan solo tus palabras reinaban.
Te metiste dentro de la cabina y poco a poco, a medida que acomodabas el nuevo universo, los cristales de cada costado, contando eran cuatro, reflejaban tu exclusiva imagen mientras que desde fuera, apenas te llegaba la visión de un todo negro.
Fue así como lo fabricaste: el mundo a la medida propia, al gusto, deseo o capricho, sin fisuras ni ranuras, sin dudas sobre aquella pulcra, metódica, exclusiva y soberanamente egoísta manera, de imponer como deberían ser las cosas.
Tus cosas.
Y la puerta se quedó abierta….para nadie.
Por temor a que alguien encendiera la luz, por pavor a que fastidiaran tu sublime creación, el tiempo logró que nos olvidaras…a todos…salvo a ti misma.
Dejaste de marcar aquel único número.
Pensaste en lo perfecto y creíste, nadie estaba para contrariarte, que solo tu eras la medida de lo insuperable.
Pero afuera quedaba yo, sentado, con la espalda ilusamente pegada a uno de esos negros costados y el teléfono agazapado al oído…esperando….esperando.
En balde.
Sería por ese algo, sería porque aun latía, sería por creer en el cambio…sería porque tal vez aun te quería.
Las cosas no germinan de la noche a la mañana.
Lo hacen trepando pacientemente.
Hasta que llega el momento…hastiado de esperar bajo la ventiscas, de aguantar a la intemperie, la ausencia, las tristezas, los desprecios, desahogos, prepotencias y desaires….ese algo quedó difuminado, nada latía, el cambio fue espera estéril….pero aun te quería.
Si no, jamás me hubiera dolido levantarme.
Miré hacia atrás tantas veces como tuve que aceptarlo.
Cabizbajo, asqueado, desesperanzado, marche acera abajo…alejándome.
Te quedaste en la cabina....tu cabina, feliz y reinante sobre todo lo creado, sin saber, ciega y sorda no se puede, que por primera vez en tu vida…quedaste sin disgustos, completamente sola.
Bucardo


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