sábado, 14 de agosto de 2010

Un trago de absenta...



Un trago de absenta

La absenta azucarada terminó por “desneuralizarlo” cuando la mala mezcla, se le hizo veneno en el cuerpo.

No moriría.

En su lugar, permanecería recluso del sueño eterno, el que se sufre respirando, en la inconsciente realidad de los que buscan otra entre los tragos de verdoso elemento.

- Mira.

Eso era lo único dicho cuando, derrumbado sobre el diván, el chino dueño se acercaba para volver a comprobar que no había vuelto.

Y se extrañaba.

Aquel cliente fiel, rara vez se retrasaba.

A veces incluso, desilusionado por lo pronto, pagaba una pipa de opio que le fregara los rincones ocultos que le quedaron sucios.

Pero aunque lo sacudía a bofetones llamándolo a agritos, permanecía inmóvil, con la vista vidriosa y los labios secos, mirando la composición oriental que desentramaba el techo.

- Mira – repetía.

Y el dueño comprendía, porque por mucho que mirara, no encontraría respuesta entre cerebro y nervio.

Solo el lo veía.

Pero sería algo que nunca sabría.

No a menos que deseara ser, esclavo eterno de la absenta.

Bucardo

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