
El nuevo esclavo
Apretó el “On” de los mil doscientos euros.
Cable plástico programático con tapa a colorines y formas de diseño.
Musiquilla de adentros con altavoces estereofónicos que por eso de no saber traducir el anglo fóbico nombre, deben de ser buenos.
Pantalla celeste con brillo estelar cinematográfico y rebrote de logo globalizador en visión pixel ultramoderno.
Mil doscientos euros.
Aparte ratón, lectora grabadora, funda, protector visual, almohadilla con escudo de fútbol predilecto, color, sellito y licencia de apertura.
Céntimo a céntimo de un año a propinas con racaneo, tragando orgullos y supliendo ineptos.
Un año de maquinaria que alguien le supo vender callando lo obsoleto.
Pulsó y alguien, lejano desconocido e hijoputesco, esbozó una maliciosa sonrisa.
Ya eres mío…y solo por mil doscientos euros.
Bucardo