jueves, 14 de mayo de 2009

La Presencia


La Presencia

Mirando fijamente al techo, supe que se había ido.

Aun inmóvil y algo más tranquilo, no podía evitar aquella ingrata sensación de que todavía rondaba por allí.

Como había rondado durante toda la mañana, todos los días de la semana, desde la primavera hasta el invierno…marzo, mayo, octubre o enero….año tras año, desde mi nacimiento.

Impregnada entre los tropezones de la sopa, insertada entre mis sueños o pesadillas, en la saliva de una amante, en las letras de una buena novela, con luz o a oscuras, paseando detrás de un banco, en la cuna de mis hijos, desluciendo una farola…

Terca, invicta y pegajosa, cada vez más insistente e inquietante….hasta ese día en que se acercó sin esperarlo y al hablar, desbordó los cauces de todos mis miedos.

Grité, lloré y corrí con los ojos desbocados de un venado..

Con la mano aferrando el pecho, tropecé con los escalones, acerté malamente con la cerradura, entré dando portazo y en el pasillo, del salón a la cocina volví a encontrarme con ella…cara a cara….mis ojos y sus cuencas.

El dolor regresó y caí al suelo.

Dolor que marchó tan rápido como supe que se había ido.

Y aquí, ahora, mirando al techo me sentiría sosegado y feliz.

Pero resulta que estoy muerto.

Bucardo

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