lunes, 30 de noviembre de 2009

Se derrite


Se derrite
El monte se abraza a la nieve como una amante celosa al borde del abandono.
Al monte le tiemblan los brazos, le palpita el pecho, se le suben los calores y la nieve, cada día más rasa, cada día menos abundante, comienza a ganar altura, hasta que un día, el monte y sus criaturas, se queden a solas, tumbados sobre su propio lecho, desnudo y sin cobertura. Agarro la nieve en el puño. Aprieto desesperado por no perderla. Cada poro, cada glóbulo lo desea, lo anhela hasta bullir como la tormenta, como el río rabioso o la olla del cocido. Pero esta se escabulle entre los dedos, cae al suelo, se desparrama. Se acabó. No hay nieve en el monte. Y los ciegos continúan dichosos. Hay imbéciles a quienes les conviene…seguir creyéndolo. Bucardo

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