miércoles, 5 de noviembre de 2008

El Cambio


El Cambio
Al hombre del puro, los cambios le daban miedo.
Su puro era cubano puro, hilado a mano por cinco centavos, importado por un dólar y fumado a seis la bocanada.
Y cada una de aquellas bocanadas, era un recordatorio de cuanto poseía y cuanto, por tanto, podía llegar a perder si lo aceptaba.
Pero afuera resonaban los gritos y por mucho oro e influencia que tuviera, por mucho que le incordiara, el asunto era tan nefasto, que ya ni siquiera acataban su deseo de silencio.
- !Callaos os lo ordeno!. !Callaos!. ¿Acaso no sabéis quien soy yo?.
Si, si que lo sabían.
Por eso precisamente querían el cambio.
Al hombre del puro le entró el acobardamiento.
Pero era entonces, cuando temía perder aquel privilegio, cuando lograba sacar la mejor punta de su ingenio.
Cogió un vote de pintura, un pincel sin uso y adoptó el nuevo aspecto.
Y al presentarse ante la masa, esta dejó de gritar, engañada por el cambio.
El hombre del puro se sentó en el sofá y con la chimenea encendida y la copa de Calvados flotando en la mano, continuó saboreando aquel pedazo de Habano.

Bucardo

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