domingo, 13 de febrero de 2011

El Efebo


El Efebo

El efebo,un ser discípulo y pueril, imberbe y delicioso, contemplaba al maestro mientras impartía sus adoctrinamientos.

Este, observado por decenas pero atento solo a uno, aparentaba ausencia, sosteniendo una teatral postura con la que pretendía ser y permanecer un peldaño por encima de su inmoral amante.

Sobre ellos no imperaban musas ni morales dictaduras.

No más que la discreta pose de quienes se aman, uno por no olvidar sus lozanías y el otro por no llevarse a la boca escudillas vacías.

El efebo bostezó.

Lo hizo reventando el monólogo, sin protocolo, disculpa ni recato.

Un bostezo largo y ruidoso que incordió a algun alumno, a los que escuchaban convencidos de que la canosa barba del adoctrinador, ocultaba una verdad incuestionable que el muchacho, hacía mucho descubrió endeble y poco firme.

El maestro tenía miedo.

El maestro se acobardaba.

Acobardaba de morir, acobardaba del sufrimiento, acobardaba de sus crecidos achaques y surcos y sobre todo, acobardaba de reconocer lo que tras el silencio sabía; que lo que manda, más que la razón y el imperio sensato, era, "primo tutis", el irrenunciable tirano del estómago.

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