lunes, 25 de octubre de 2010

El Velatorio de los....


El Velatorio de los…..

En el velatorio de los niños muertos, me volví sordo.

Podía verlos, a todos…llorando, destrozados y enrojecidos, rasgados, rabiosos, mutilados.

Podía sentirlos bajo el negro vestimenta, bajo el negro ocular y el negro cenizo de su aliento definitivamente quebrado.

Definitiva…irremediable.

Si, podía verlos, podía sentirlos, pero no quise escucharlos.

Mis tímpanos generaron un zumbido protector, intensificado a medida que me acercaba atemorizado a los ataúdes blancos, con el gesto huidizo y las manos sudorosas metidas en los bolsillos.

En el velatorio de los niños muertos, estábamos todos, menos los que iban a ser enterrados.

Ellos, ellos que no vi entre sus cuerpos fríos, estaban entre las fibras tensas de mi sordera, en los recuerdos que ya no mutarían por la obscenidad del crecimiento, por el cambio de faz y voz, por sus primeros disgustos, sus primeros consejos desatendidos, su cromosomática anarquía de una pubertad que ya no les llegaría.

Ellos que no vi en sus cuerpos fríos, gustarían para siempre de una buena riña por celos, de unas risas por la adulta tontería, de hacer amorfas muñecas de trapo con los ojos en x y los pelos de lana vieja…..y yo callándome la vida para no amargársela antes de tiempo.

Por eso me hice el sordo.

Porque no podía más, porque era incapaz, porque debía encastillarme….para salvarme de aquello con la memoria justa, con el dolor represado, y evitar el recuerdo de un alma amputada, por el velatorio de los niños muertos.

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