martes, 27 de septiembre de 2011

¿Eso es todo?


¿Eso es todo?

- Me gusta lo que me haces.

¿Eso es todo?.

El se quedó como un guiñapo, mirando, incapaz de encontrar el valor para mandarla donde crían gusanos.

Llevaba meses girando en torno a ella y ella en torno a su culo.

Pero solo el se había atrevido a confesarlo.

No aquella gilipollez.

Ambos desnudos, aprovechando hasta el último segundo, penetrándose el uno al otro, arqueando tensiones, espaldas, sudando al ritmo de sus gritos, meciéndose hasta arrancar el placer ajeno.

Meses en los que les importó una mierda que los vieran, oyeran, criticaran o juzgaran, en los que mandaron al cuerno los compromisos de cada uno o el riesgo de embarazo que con cada oportunidad se estaban jugando.

Pero el había llegado al punto en que necesitaba saber el porque.

Y deseaba averiguarlo.

Cometió la torpeza de confesarlo.

- Te quiero felina

Ella calló.

Calló durante semanas.

Semanas en las que ni uno ni otro atenuaron las ganas de derrocharse follando.

Hasta que aquella mañana, se lo dijo.

- Me gusta lo que me haces.

Y el cerró la puerta.

La dejó desnuda y sin conciencia, tomando una copa de vino mientras releía el viejo texto de uno de sus alumnos.

Se juró que no volvería.

Pero siempre resultaba en vano.

Ambos sabían que apenas acabados, ya se estaban de nuevo deseando.

Bucardo

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