martes, 27 de septiembre de 2011

!Eres Fea!


¡Eres Fea!

- ¡Eres fea!. ¡Y no cambiarás por mucho que beba!. ¡Fea, fea, fea!.

Caminé calle arriba, con los tacones acelerando el paso, temiendo que su frustración, le hiciera pasar de la palabra a las manos.

Contuve la tentación de girar la vista, de malmeterla para hacerle frente y contemplar su estampa decrepita.

Su voz oscura, desvelaba que hacía mucho que en su garganta, entraba menos pan que ginebra.

- ¡Fea! – lo escuchaba ya lejano, cuando por fin se dio cuenta que no iba a retroceder, para darle el euro que le había negado.

“Lo gastará en cerveza” – pensé.

Sorda ante sus insultos, ciega ante su vista, di dos o tres pasos y paré frente al escaparate donde puede contemplar que al tipejo, el alcohol no le nublaba la vista.

Era fea.

Crecientemente fea.

Tenía cuarenta y muchos, un marido poco encariñado y dos hijos que me estaban dejando de hacer caso.

Tenía los pechos caídos, las caderas crecidas, la tripa algodonosa y una cara escondida como lagartija, tras las varias capas de maquillaje con que la ocultaba.

Suspiré hondo.

Hondo pero no triste.

Era fea si.

Pero al menos no tenía porque conformarme, con mendigar para poder dormir, otra noche, entre los brazos de una botella vacía.

- ¡Y tu un hijo de puta!.

Y mira por donde, dejé de ver una arruga.

Bucardo


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