miércoles, 22 de junio de 2011

Las Luces


Las Luces

- ¡Las luces, no me apaguéis las seis luces!.

Con la mano y enrabietado, Luciano trataba de apartar una amenaza imaginaria que nadie de los pocos presentes, era capaz de contemplar con la lucidez del que agoniza.

Allí, en la insípida doscientos nueve, no había mayor sangre que la de un primo tercero, ni mejor interés que el de las batas blancas, inyectando al moribundo más vida a base de gotero y química.

Al Luciano lo arrancaron más loco que cuerdo de la Barbenuta donde se malgastó de cabrero, para llevárselo al llano donde anduvo un tercio de la existencia agonizando.

Agonizaba añorando la fresca del verano, el gélido aliento del monte cuando tocaba carnavales y los culos firmes de las mozas para la ronda de Santa Elena.

Agonizaba aguardando que algún paisano como el, emigrado, se acercara hasta la residencia para recordarse el uno al otro que Barbenuta continuaba respirando….lo menos mientras ellos lo hicieran.

Pero ahora, que se sabía el último, recordaba como con cada casa que echaba candado, se dejaba de ver una luz en la oscura negra.

Una luz que desde lejos, a los de Biescas u Oliván, advertía que en Barbenuta se luchaba.

Primero apagaron la de Casa Candil, luego la de Tomasa, más tarde la rica de Launa y luego la de Sopeira. Al final el apagó con sus propias manos la de Casa Ferrerito cuando su viuda, dio aviso con la olor de que ya andaba menos viva que muerta.

Cuando vinieron a buscarlo, el se echó al monte con la benemérita a la espalda, buscando un loco como si fuera un maqui en metralleta.

- ¡Luciano, Luciano ven que no habrá daño!.

Pero si lo habría.

El lo sabía.

Y ahora, ya loco sin remedio, avisaba que el era la sexta luz moribunda, del Barbenuta que con el se moría.

1 comentario:

ludobit dijo...

asi es la locura. me gusto como la describiste. saludos.
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