
Uno rara vez sabe donde poner los ojos.
Los ojos son bichos traicioneros, insobornables a la voluntad obligando a que, para no ser delatado, se les obligue a poner más debajo de donde para el suelo.
Y al final, el suelo, por hábito, termina siendo lo único que se ha visto.
Por encima de su línea, se desparrama la vida.
La de aquellos que no los bajaron, que rieron y lloraron, que amaron y fornicaron, que disfrutaron, que se apenaron, que se aburrieron, se pararon y un día….murieron.
Pero ese todo queda alejados, aun cuando se siente y roza, aun cuando puede olerse o hacer escucha.
Es demasiado bello.
Y tu, sometiendo los ojos, resulta que te sientes inmensamente feo.
¿Por qué?.
Probablemente porque te lo dijeron….y tu no supiste como hacerles lo mismo.
Bucardo
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